Ya te avisé de que lo nuestro sólo era sólo un
revolcón para aliviar el calentón. No me
gustas… eres tan flacucho, tan poca cosa, tu culo es tan soso… y es que desnudo no vales gran cosa. Me
pareces insoportable pero cuando llego a casa siempre estás ahí como un perro
sumiso fiel y estúpido. Te doy dos huesos y te conformas, tumbado al lado de mi
cama con esa mirada tan jodidamente sarnosa, en silencio, atento a mis
movimientos mientras chateo en el móvil con gente más interesante que tú,
mirándome en silencio a la espera de una caricia condescendiente como premio de
consolación. Y me rindo, te meto mano, retuerzo tu lánguido miembro para que
grites. Me das bastante asco, pero tienes suerte, eres la carne tibia que tengo
más cerca para revolcarme y descargar mis entrañas. Te lameré, te escupiré con todas mis fuerzas
para ver como te desintegras en una masa orgánica lista para tirar a la basura.
Disfrutaré viendo como desapareces, sentiré la agradable sensación de tu
pérdida, libre de ya no verte nunca más, fantaseando con encontrar un cuerpo
nuevo, más deseable, obsceno y putrefacto que me recuerde a ti.
Texto/ Fotos:
Andrés Mauri.
Diversas
fotografías de flores naturales y sintéticas en estado de descomposición en lápidas de cementerio en un jodido
día de lluvia.
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