Que gran
día el de ayer, con mi habitual astucia felicité a mi compañero por su merecido
ascenso, por fin había conseguido su tan
ansiado puesto en la empresa, ya nadie le llamará Javier, desde ahora será el “Jefe”. Sus zapatos flotan sobre el suelo sintético
de falsa madera plastificada, atrás quedan sus elaboradas conspiraciones, sus
hábiles comentarios lapidatorios y su falsa dignidad por el bien de la empresa.
Por fin pertenece al selecto grupo de profesionales útiles e imprescindibles,
es un hombre de verdad con poder de decisión. Ya tiene derecho a gritar y a
menospreciar a sus peleles inútiles a su cargo. En el fondo siente lástima por
ellos, le dan pena, tan enanos, tan ignorantes, tan miserables…
Y yo... desde
mi madriguera, esbozo una sonrisa de rata venenosa observando como se mueven
las cucarachas.
Foto y Texto: Andrés Mauri.
Modelo: Jaume Serra Viaplana.
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